NUESTRA RELACIÓN CON LOS ÁNGELES

DEBEMOS ESTAR CONSIENTES DE LOS ÁNGELES EN NUESTRA VIDA DIARIA.

La Biblia dice claramente que Dios quiere que estemos conscientes de la existencia de los ángeles y de la naturaleza de su actividad. No debemos, por consiguiente, dar por sentado que su enseñanza en cuanto a los ángeles no tiene nada que ver con nuestra vida. Más bien, hay varias maneras en que nuestra vida cristiana será enriquecida si nos percatamos de la existencia y ministerio de los ángeles en el mundo incluso hoy.
Cuando nos presentamos ante Dios en adoración, estamos uniéndonos no solamente con la gran compañía de creyentes que han muerto y han entrado a la presencia de Dios en el cielo, «a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección», sino también a una gran multitud de ángeles, «a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa» (Heb 12: 22-23). Aunque ordinariamente no vemos ni oímos evidencia de esta adoración celestial, ciertamente enriquece nuestro sentido de reverencia y gozo en la presencia de Dios si apreciamos el hecho de que los ángeles se unen a nosotros en la adoración a Dios.
Es más, debemos darnos cuenta de que los ángeles están presenciando nuestra obediencia o desobediencia a Dios todo el día. Incluso si pensamos que hacemos nuestros pecados en secreto y no afligen a nadie más, debemos considerar aleccionador el pensamiento de que tal vez incluso cientos de ángeles presencian nuestra desobediencia y se afligen." Por otro lado, cuando estamos desalentados y pensamos que nuestra obediencia fiel a Dios no la presencia nadie y no es estímulo para nadie, podemos consolamos al damos cuenta de que tal vez cientos de ángeles presencian nuestra lucha solitaria, y diariamente anhelan contemplar la manera en que la gran salvación de Cristo halla expresión en nuestra vida.
Como para hacer más vívida la realidad de la observación de los ángeles de nuestro servicio a Dios, el autor de Hebreos sugiere que los ángeles pueden a veces tomar forma humana, al parecer para hacer «visitas de inspección», algo así como el periodista que es crítico de restaurantes y de incógnito visita un nuevo restaurante.
Leemos: «No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (Heb 13: 2; Gn 18: 2-5; 19: 1-3). Esto debería hacemos más deseosos de ayudar en sus necesidades a otros quienes no conocemos, siempre preguntándonos si algún día llegaremos al cielo y conoceremos al ángel a quien ayudamos cuando se apareció como un ser humano en dificultades aquí en la tierra.
Cuando somos librados repentinamente del peligro o la aflicción, podemos sospechar que Dios ha enviado ángeles para ayudamos, y debemos estar agradecidos. Un ángel cerró la boca de los leones para que no le hicieran daño a Daniel (Dn 6: 22), libró a los apóstoles de la cárcel (Hch 5: 19-20), más adelante libró a Pedro de la cárcel (Hch 12: 7-11), y ministró a Jesús en el desierto en un tiempo de gran debilidad, inmediatamente después de que sus tentaciones terminaron (Mt 4: 11).
12Esto no es negar que el disuasivo primordial contra pecar debe ser el temor de desagradar a Dios mismo; es simplemente decir que as! como la presencia de otros seres humanos sirve como un disuasivo adicional, as! También de conocimiento de la presencia de ángeles debe también servimos como disuasivo.
19 : ÁNGELES 425

Cuando un carro hace un viraje repentino para no atropellarnos, cuando repentinamente hallamos pie y eso impide que nos arrastre un río rugiente, cuando caminamos sin sufrir daño por un vecindario peligroso, ¿no deberíamos sospechar que Dios ha enviado a sus ángeles para protegernos? ¿Acaso no promete la Biblia: «Él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos. Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna» (SaI91: 11-12)? ¿No deberíamos, por consiguiente, agradecer a Dios por enviar a los ángeles para protegernos en tales momentos? Parece correcto que lo hagamos.